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La enfermedad inflamatoria intestinal (EII) consiste en un grupo de condiciones en las que el propio sistema inmune reacciona atacando diferentes partes del tracto digestivo. Se trata de un proceso crónico que afecta actualmente a unos 5-6 millones de personas a nivel mundial1 y se espera un incremento de la prevalencia en las próximas décadas2. La prevalencia en España oscila sobre 1.5-2.5 por cada 1000 habitantes.
Los dos tipos principales de EII son: la colitis ulcerosa (CU) limitada al colon y recto, y la enfermedad de Crohn (EC) que puede afectar a cualquier parte del tracto digestivo. Los síntomas son variados y pueden incluir dolor abdominal, fiebre, diarrea, sangre en heces y pérdida de peso.
La EII puede desarrollar complicaciones severas que pueden requerir hospitalización o cirugía. Actualmente no existe ninguna terapia curativa para este proceso. Los tratamientos existentes reducen la inflamación, que desencadena los signos y síntomas característicos de la EII, para que se produzca su remisión a largo plazo. La adherencia al tratamiento tiene una implicación significativa en el bienestar y en la prevención de recaídas en los pacientes que padecen EII.